Con el ojo puesto en la crisis financiera global que amenaza con desembocar una recesión mundial, China oficializó ayer una reforma agraria sin precedentes con la que busca dotar de mayor eficiencia a la producción agrícola y duplicar para el 2020 los ingresos de los más de 750 millones de campesinos, los grandes marginados de la apertura económica y el boom chino. La reforma, que tuvo días atrás el visto bueno del comité central del Partido Comunista Chino (PCCh), fue oficializada ayer por el gobierno de Hu Jintao a través de un extenso documento difundido por la agencia estatal Xinhua.
Una de las principales medidas es que los campesinos chinos podrán intercambiar, transferir o subalquilar a empresas o consorcios los derechos de explotación de la tierra que tienen actualmente, aunque la titularidad seguirá siendo del Estado. El gobierno chino estima que esta liberalización de las tierras les permitirá a los empobrecidos residentes rurales ser beneficiarios financieros de las operaciones que la nueva ley permite, incrementando sus recursos. Los nuevos ingresos favorecerá, según Beijing, la emigración masiva de la población rural a las ciudades, apuntalando más el consumo. A la vez, la reforma abrirá la puerta a la concentración de mayores parcelas agrarias, mejorando la hoy poco eficiente productividad agrícola china, ante un panorama de creciente demanda y un mundo al borde de la recesión.
De acuerdo a la ley que regía hasta ahora, los campesinos, que superan los 750 millones (56% de la población) en todo el país, son dueños de los productos que cultivan pero no son propietarios de las tierras y se les prohibe traspasar los derechos de uso de los terrenos.
“Las nuevas medidas adoptadas son vistas por los economistas como un gran avance en relación a las reformas agrícolas iniciadas por el fallecido líder Deng Xiaoping hace 30 años, para dar a los agricultores oportunidades de estar cargo de ciertos niveles de producción y realizar nuevas operaciones”, indicó la agencia Xinhua.
Bajo las reformas de Deng, la grandes comunas que fueron la joya de las políticas comunistas de Mao Zedong fueron disueltas y a los agricultores se les permitió vender una parte de sus productos en el libre mercado, en lugar de verse obligados a venderlo todo al Estado.
Con los terrenos aún como propiedad colectiva, el sistema actual ha estado lleno de abusos. Los gobiernos locales han adquirido lotes rurales para vendérselos a fábricas e inversores de propiedades, a menudo pagando una pequeña suma en compensación a los agricultores.
El gobierno de Jintao apunta, con esta histórica reforma agraria, a duplicar los ingresos de los campesinos a más de u$s 1.200 para el 2020 (respecto a 2008).
Ante la crisis financiera que amenaza seriamente con frenar el monstruoso ritmo de crecimiento que China viene teniendo en los últimos años, muchos analistas internacionales creen que ha llegado el momento de que la cuarta economía del mundo ponga el eje del desarrollo en el consumo interno, y no en las exportaciones y la inversión como lo viene haciendo hasta ahora.
La economía china creció 11,6% en los primeros seis meses pero se prevé que aumentará sólo 9% al concluir 2009.
“El resurgir de la economía rural es clave para la siguiente etapa del desarrollo chino. Es, a la vez, nuestra nueva prioridad y nuestro cuello de botella en la próxima ronda de reformas”, declaró Chang Xueze, miembro de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma.