ITALIA. Informe sobre el estado de la agricultura.

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By Redacción Infopork

El Instituto Nacional de Economía Agraria (INEA) presentó el pasado mes de julio la edición 2007/2008 del Informe sobre el estado de la agricultura italiana.

Del Informe se desprende un cuadro completo de la agricultura italiana: partiendo del escenario internacional, como referencia esencial para comprender la evolución presente y futura de este sector. El análisis aborda las condiciones actuales del sector, profundizando en algunos aspectos críticos y en las políticas adoptadas, así como una primera comprobación del impacto generado por los instrumentos de intervención pública y su adecuación para hacer frente a las emergencias y los problemas de mayor relevancia del sector agroalimentario italiano.

En el escenario internacional se están imponiendo algunas cuestiones que están ya influyendo en el sector, pero que en el futuro próximo tendrán un efecto aún mayor, en el desarrollo del sector primario y las actividades relacionadas con el mismo. El cambio climático, la escasez de agua, la cuestión de la biotecnología, el desarrollo de los biocarburantes, la conexión entre alimentación y salud, la reforma de la PAC y el contexto de las relaciones internacionales (desde la última ampliación de la UE a las negociaciones en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio, a los acuerdos regionales) constituyen, al mismo tiempo, los retos a los cuales el sector agrícola deberá necesariamente hacer frente y las oportunidades de desarrollo de la agricultura. Estas oportunidades surgen de una actividad primaria vista no sólo desde la perspectiva de la producción de fibras y alimentos, sino también como actor principal en la promoción de una alimentación sana, la salvaguardia de los recursos hídricos, la definición de estrategias de adaptación al cambio climático, la lucha contra el calentamiento del planeta y la reducción de la dependencia de los hidrocarburos, a través del desarrollo de los biocarburantes. Particularmente importante será la actividad de programación realizada por los Estados Miembros, llamados con frecuencia cada vez mayor a definir planes de acción, nacionales o sub-nacionales, a través de los cuales se aplicaran, a nivel local, las estrategias definidas en el ámbito comunitario.

Pasando al análisis de las condiciones de la agricultura italiana, el 2007 ha sido un año difícil, a causa de una evolución estacionaria de la producción agrícola, después de dos años negativos. El crecimiento de los precios básicos (2,6% que pasa a 3,3% si se expresa en términos de precios al productor), que ha contribuido a un aumento del valor de la producción (2,5%), ha sido insuficiente para recuperar plenamente el valor de 2004, que se sitúa, en cambio, en los niveles de 2002.

Si se considera solamente la ganadería, el resultado ha sido positivo (incremento del 3,3% en términos reales) gracias al aumento de la producción de las carnes de ave (17,2%) y de las carnes de porcino (3,2%). Este resultado ha contrarrestado los resultados negativos registrados por la mayor parte de las producciones vegetales, entre las cuales se señala, en particular, las caídas de producción de los cultivos herbáceos e industriales (sobre todo la soja). El considerable aumento de precios de los cereales (26,4% respecto al 2006, con picos de 45,8% para el trigo blando y de 26,7% para el duro) ha permitido una amplia recuperación de la caída productiva del año anterior.

El aumento de precios de los productos agrícolas ha superado en 2007 a la tasa de inflación (1,9%) por lo cual, por primera vez, la agricultura no ha podido cumplir su función tradicional de paliar el incremento de la inflación.

A pesar de ello, los precios agrícolas favorables no han sido suficientes para mejorar la rentabilidad del sector, si bien ha permitido atenuar en parte los efectos del incremento (6,2%), mucho más relevante, de los precios de los suministros adquiridos por los productores agrícolas, sobre los cuales ha pesado, en particular, la subida de precios de semillas, piensos y fertilizantes. Una vez más, la evolución de los “términos de intercambio” ha sido netamente desfavorable para la agricultura. El aumento de los precios de los medios técnicos ha hecho aumentar el gasto (5,9%) soportado por los agricultores si bien no se han registrado variaciones significativas en las cantidades adquiridas, con un ulterior empeoramiento de su poder de compra.

Esto ha llevado, de hecho, a una evolución sustancialmente estacionaria del valor añadido del sector, que si se confronta con el crecimiento real del PIB para toda la economía, de 1,5%, hace aún más patentes las dificultades de la agricultura, único sector, entre otros, que ha acusado por tercer año consecutivo resultados negativos.

También para la industria alimentaria el año 2007 ha sido un año difícil, con una producción estancada y un valor añadido en términos reales inferior en un 2% respecto al año anterior. Los componentes relativos a la transformación de las semillas de cereales y del arroz, así como de los aceites y las grasas, han representado los sectores con peores dinámicas productivas (entre -7% y -10%).

En la confrontación con el mercado, las señales no son unívocas: a un escenario de persistente estancamiento en el interior, se contrapone un resultado en constante crecimiento en lo que respecta el exterior. En 2007 el consumo alimentario de las familias italianas ha evidenciado, en volumen, una estabilidad sustancial, dentro de la cual, sin embargo, se observa un fuerte redimensionamiento de las cantidades adquiridas de pan y cereales, carne y fruta. Esta dinámica parece empeorar en los primeros meses de 2008, a causa de la ulterior erosión del poder adquisitivo de las familias italianas.

En el frente de los mercados exteriores, en cambio, la demanda confirma, también en 2007, una tendencia de crecimiento constante: las exportaciones aumentaron, por segundo año consecutivo, el 6,2% por efecto del incremento de precios (2%) así como de las cantidades (4,1%). La dinámica positiva de las exportaciones ha sido superior a la de las importaciones (2,1%) determinando, también para 2007, una mejoría del saldo comercial agroalimentario y confirmando la tendencia positiva, registrada en los últimos tres años, del saldo normalizado que se situó en -14%.

Estas evoluciones han llevado a un aumento del 3% del grado de cobertura comercial, que se situó, en 2007 en un  75,4%, expresión de una ulterior mejoría de la posición competitiva del sector agroalimentario italiano en los mercados extranjeros. Una evidencia en este sentido se observa también en la propensión a exportar, que en 2007 alcanzó el  33,4% confirmando, si bien con una desaceleración respecto al año anterior, su tendencia de crecimiento (1,4%), frente a un incremento inferior de la propensión a importar (0,6%) que ha alcanzado el 40%.

Respecto a la evolución ya indicada y a la posibilidad de hacer frente adecuadamente a un mercado en continua evolución, la agricultura italiana presenta elementos de fragilidad económica que se asocian a los tradicionales factores de debilidad estructural.

A un ligero aumento observado de la renta media de los agricultores (expresada en términos de valor añadido por unidad de trabajo) se opone una ulterior disminución de las inversiones fijas brutas (-1,1%), como confirmación del resultado negativo de los años anteriores, y un sensible aumento del recurso al crédito (5,6%) cuyo peso sobre la producción agrícola ha aumentado respecto a 2006 situándose en el 74%. Ello pone en evidencia un aumento de la dependencia del sector en relación al sistema bancario, caracterizada sobre todo por un incremento de la financiación a corto plazo.

Esta situación se ha agravado aún más por el hecho de que la agricultura italiana sigue perdiendo ocupación, a pesar de que en los años pasados ha habido algunas señales de inversión de tendencia. En 2007 el sector ha evidenciado una importante disminución de los ocupados (-2,9%) a lo que ha contribuido sobre todo el componente del trabajo independiente (-4,3%). Este dato es testimonio del progresivo envejecimiento de la ocupación agrícola y de la falta de recambio generacional, pero es también el resultado de los procesos de reorganización que se están produciendo en la agricultura italiana que, como se desprende de la investigación del Instituto Nacional de Estadística (ISTAT) de 2005 en las estructuras agrícolas, han llevado a una parte significativa de empresas marginales a salir del sector. Estos procesos han llevado, por otra parte, a fenómenos de concentración de empresas, testimoniado por el aumento de la dimensión media (de 6 a 7,4 hectárea a nivel nacional en el período 2000-2005); este incremento ha afectado, si bien en forma diferente, a todo el territorio italiano.

Existe una horquilla entre los precios a la producción y los precios al consumo que aumenta cada vez más: en el periodo comprendido entre el 2000 y el 2007 el índice de precios de los productos agrícolas aumento en 13,3%, frente a un incremento del índice de precios al consumo para los bienes alimentarios de casi 19%.

En el paso “del campo a la mesa” intervienen diversos factores que explican la presencia de una diferencia importante entre los dos niveles de precio y que influyen, con efecto multiplicador, en la formación del precio dentro del sector.

A este propósito, de un estudio realizado sobre la distribución agro-alimentaria en el sector hortofrutícola – efectuado en 2006 por la Autoridad Antitrust, en colaboración con la Guardia de Finanzas – se desprende que el precio a la producción resulta incrementado por un recargo medio del 200% respecto del precio final de venta y que dicho incremento es más elevado cuanto mayor es el número de intermediarios que interviene en el sector.

La distribución del precio final de venta entre los operadores del sector de la distribución evidencia, además, que el último eslabón de la cadena distributiva, el punto de venta al consumidor, logra apropiarse de un porcentaje del precio final casi constante, comprendido entre el 37% y el 40%, independientemente de la longitud de la cadena, mientras que el porcentaje percibido por el productor tiene a reducirse a medida que aumentan los pasajes en el interior del sector, hasta un mínimo del 30%.

Frente a políticas de precios impuestas por los mayoristas y por la gran distribución, los eslabones más débiles de la cadena se encuentran en los extremos: por un lado, el consumidor, al que se impone el precio del punto de venta y, por el otro, el productor, afectado por acontecimientos de naturaleza coyuntural (condiciones climáticas y otros fenómenos que inciden en la producción), problemas de competencia con los demás productores nacionales o extranjeros y, sobre todo, un mayor poder contractual evidenciado por las demás fases de la cadena, en particular la distributiva.

Es evidente que esta situación es fruto de ineficiencias que se pueden sintetizar de la manera siguiente:

• La presencia de un elevado número de intermediarios a lo largo de la cadena;
• La dificultad de concentración de la oferta, lo que influye en los costes, creando deseconomías de escala y perdiendo poder contractual en relación a las etapas anteriores de la cadena;
• La ausencia de políticas que apunten a la racionalización de las redes de venta y al mejoramiento de las infraestructuras de transporte;
• La falta de un adecuado nivel de competencia en las distintas fases de la cadena y, en particular, en la fase distributiva.

 

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