Hoy puede obtener adicionalmente un incremento de renta en la producción de sus granos al agregarle valor transformándolos e industrializándolos.
Por tratarse de un proceso que se realiza en origen, por el ahorro en costo de comercialización de los granos y flete (hoy se paga por flete un valor de $ 2.187/ha a 500 km del puerto, para un maíz de 9.000 kg de rendimiento, es decir $ 7.289 por camión. Sumado a esto se encuentran los negocios puntuales de cada cadena agroalimentaria, que derivan de la producción primaria.
Cada salto vertical de eslabón en la cadena de transformación e industrialización de los granos produce incrementos sustanciales de valor en los productos obtenidos, esto se ve reflejado en la transformación de granos en productos como carne aviar, porcina y huevo, todo con posterior industrialización hasta lograr productos de góndola de distinta gama, los cuales pueden alcanzar incrementos de valor de hasta 690 % para cortes frescos de pechuga de pollo, por ejemplo, de 1.920 % para un salazón de bondiola de cerdo y de 788 % para yema de huevo en polvo de exportación. Así es que productos como el salame de Oncativo igualan en valor por kilogramo a un automóvil “0 km” mediano.
Los granos como maíz y soja son los principales insumos en las producciones intensivas bovinas de carne y leche. Estos productos de consumo directo atraviesan procesos industriales y luego pueden exportarse con altos valores, que llegan hasta 8.817 USD/t en la gama de carnes, tanto enfriada como congelada y procesada (promedio del primer cuatrimestre del 2012). Un incremento de valor importante se da también en productos lácteos, como por ejemplo en quesos de pasta dura.
El trigo industrializado a productos de góndola, como galletitas y bizcochos dulces, en promedio en los últimos 10 años alcanzó incrementos de valor de hasta 578 %, respecto al grano de trigo.
Es evidente que la participación del productor en estos procesos de valor agregado requiere del asociativismo participativo y equitativo mediante pymes y CNG (Cooperativas de Nueva Generación en Origen), que le permitan lograr escala competitiva mediante:
· Aunado de esfuerzos y experiencias
· Realizar inversiones de gran envergadura
· Gestionar recursos y condiciones frente a organismos del estado y empresas privadas
· Lograr adecuadas condiciones de venta de productos
· Asegurarse buen precio en la compra de insumos
· Contar con la mejor tecnología e innovación
· Mejoramiento de la captura de mercados
Esto le permitirá obtener la “Competitividad sitematica»
Pero el agregado de valor en origen no es solo un negocio para quien lo lleva adelante, sino que también genera desarrollo territorial en el interior productivo del país, tanto en forma directa como indirectamente, por incremento de empleos en los principales proveedores de insumos y servicios a las empresas, por negocios que derivan de otros negocios y por efecto de mayores ingresos y gastos en la comunidad.
Cada 10.000 t de grano en la producción primaria se generan 15 puestos de trabajo, en cambio si se participa de toda la cadena, según los últimos relevamientos, se generan hasta 553 puestos de trabajo en la cadena trigo, 715 en la cadena porcina, 405 en la cadena aviar de carne, 668 en la láctea y 1.573 en la bovina de carne, que van desde la producción primaria hasta la industria. Los cambios de paradigmas propuestos por el INTA (INTA PRECOP) apuntan a recuperar la competitividad del productor primario frente a los productores de materia prima de gran escala (concentradores de tierra) y frente a los demás actores de las cadenas, ya que hoy el productor primario aporta el mayor porcentaje del capital y percibe el menor porcentaje de las rentas generadas en la misma. Así también se recupera el pleno empleo del productor de 270 días al año, incorporando toda la familia a las empresas pymes, agregando valor y horas de trabajo por hectárea en origen; esto refiere al concepto de “Industrializar la ruralidad”
En los avances estructurales del desarrollo regional del interior productivo la figura más importante y el papel más estratégico lo tendrán las 2.289 intendencias y consejos deliberantes del interior del país. Estos tendrán que diagramar sus pueblos y ciudades pensando en Parques Industriales y Agroalimentarios sustentables, provistos de energía suficiente (electricidad y gas). Además se deberá contemplar la estructura urbanística necesaria como los son: el acceso a las comunicaciones, rutas, ferrocarriles, salidas a las vías exportables, aeropuertos cercanos, etc. Otro punto a considerar es el futuro crecimiento de la población debido a una mayor demanda de mano de obra capacitada con educación especializada en oficios técnicos y por supuesto la formación estratégica de los recursos humanos altamente capacitados para lograr avance e innovaciones de productos y procesos agroalimentarios y agroindustriales, “la renta es la innovación”.
Este esquema de desarrollo proyectado, sumado a una balanza comercial energética hoy negativa, con problemas de distribución de la misma en diferentes puntos del país en donde hoy se pretende establecer dichos proyectos y con alto precio de la energía a nivel global, la cual por ejemplo incremento su valor promedio de petróleo en la última década 5,2 veces versus 2,3 del maíz y 2 de la soja (comparación promedio de campañas 1997-2000 y 2009-2012) genera otra demanda que es “La Bioenergía en Origen”. En un país como Argentina, donde se dispone de biomasa vegetal a valores muy competitivos, aparecen grandes oportunidades de negocio para: Biodiesel, Biometano, Bioelectricidad y Bioetanol. Con el precio del bioetanol, sin contar los subproductos DDGS de aprovechamiento pecuario, se incrementa el valor de maíz en 3 veces. Esta Bioenergía en Origen se debe desarrollar mediante empresas integradas por productores agropecuarios, quienes producen actualmente la biomasa, para que sean los beneficiarios de estas oportunidades, tal como ocurre en otros países del mundo constituyendo un círculo virtuoso de inversiones dentro de los sistemas productivos predominantes de cada zona.
El desarrollo de la Bioenergía en la matriz energética argentina aun no ha alcanzado un crecimiento disruptivo como el de otros países, debido a que no había un crecimiento económico que generara una balanza negativa y también porque en algunas energías como en la eléctrica llegamos a tener los precios más bajos en las tarifas residenciales, la segunda más baja a nivel industrial y la cuarta más baja a nivel comercial de Latinoamérica (tarifas de OLADE 2009).
Se generará así mayor trabajo local y una mejor distribución de la renta que puede ser reinvertida en la creación de otras empresas agroindustriales-agroalimentarias asociativas (pymes y CNG) de escala y tecnología competitiva en origen.
La “bioenergía en origen” es un término que cada día se asociará más al del “valor agregado en origen” porque van de la mano y constituye una excelente alternativa para el productor agropecuario argentino.
Los granos argentinos en origen poseen un valor del 50% en relación al que les llega a un importador en destino. Por lo tanto, a los granos que demanda el mundo los debemos producir y exportar transformados, con alto valor agregado y muchas horas de trabajo argentino por hectárea al industrializarlos, atenuando de esta manera la balanza industrial argentina que hoy es negativa.