Contrariamente al extendido argumento de que la gripe porcina surgió en granjas agrícolas en México, responsables federales de sanidad de Estados Unidos sostienen que lo más probable es que el virus emergiera por primera vez en cerdos en Asia, donde saltaría a la especia humana. Algún viajero lo pudo transportar luego hasta territorio mexicano, donde se propagó con rapidez a todo el mundo.
La teoría se basa en que hasta ahora no hay evidencias de que el H1N1, que es una combinación de genes euroasiáticos y norteamericanos, haya circulado en cerdos de Norteamérica, mientras que hay abundantes indicios de que un «virus hermano» estrechamente relacionado se ha detectado en animales de esta especie en el continente asiático.
Cerdos criados en Estados Unidos, posiblemente portadores de una variante norteamericana de la gripe porcina que no es el H1N1, se exportan con frecuencia a Asia, donde se ha podido combinar con otras cepas. Debido a las cuarentenas establecidas a causa de la enfermedad es imposible importar cerdos asiáticos, por lo que los expertos consideran que es improbable que un cerdo trajera la nueva cepa de vuelta a Occidente.
«El escenario más probable es que el virus llegará hasta aquí a través de la especie de mamífero que con más libertad se mueve alrededor del mundo», aseguró a 'The New York Times' la doctora Amy Vincent, del Departamento de Agricultura de EE UU, en referencia, por supuesto, a los humanos. La primera persona en transportar el virus desde Asia hasta México, asumiendo como cierta la hipótesis estadounidense, nunca ha sido encontrada y nunca lo será porque el virus no deja ningún rastro para la ciencia cuando los contagiados mejoran.
Además, las posibilidades de probar su teoría se reducen cada día a medida que el H1N1 continúa contagiando a más personas en todos los rincones del planeta. Los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud señalan que la gripe porcina afecta ya a más de 90 países. Como algunos de esos enfermos transmitirán inevitablemente el virus a los cerdos, los expertos convienen que no habrá forma de averiguar dónde empezó todo.
Los científicos no ocultan su preocupación por la escasa vigilancia prestada hasta ahora a las gripes porcinas.